La luz en las obras de Erik Gunnar Asplund
Los mismos mecanismos que hemos encontrado en la obra de Turrell aparecen en los pequeños edificios de Erik Gunnar Asplund. Quién hubiera dicho que pasado el tiempo y gracias a toda una vida de trabajo de un americano entusiasta podríamos dar respuesta a la indeterminación del espacio de la Capilla del Bosque y del Tribunal del Condado de Lister. Si comparamos la manera de trabajar la luz de ambos creadores encontramos una primera semejanza significativa: los dos emplean la luz como un material ajeno al paso del tiempo. En efecto, Asplund emplea la luz de Suecia de una manera indirecta, reflejándola en varios planos antes de introducirla en el espacio interior. Y este aspecto es de gran trascendencia, pues la luz así tratada no es en absoluto esa bella mancha informe que se desplaza por el interior del espacio, sino que se comporta como un velo estático que cubre sus superficies.
Así ocurre en la Capilla del Bosque. Sobre el óculo cenital de la cúpula se levanta un pequeño camarín, de modo que la luz, que ya viene filtrada por las hojas de los árboles, se refleja en sus paredes, y no penetra de manera directa al interior del espacio, sino que se transforma en una luz difusa que se reparte de manera continua y homogénea por la superficie de la cúpula, como un velo superpuesto.

Figura 9: Camarín para primeras reflexiones de la luz.
Alejandro Cervilla García sobre planimetría de Blundell, 2006, pág. 66.
Como además, el óculo cenital está fuera del campo visual del espectador que entra en la capilla, el resultado es un esquema espacial similar al empleado por James Turrell en sus Divisiones del Espacio: una luz continua y homogénea ha quedado confinada en un espacio de reducidas dimensiones. Y al igual que ocurre en la obra de Turrell, la profundidad de la cúpula se disuelve, se contrae. Esa cúpula así configurada da la sensación de ser más baja de lo que es en realidad (figura 1). Aunque Asplund no buscó este efecto de manera consciente, lo cierto es que no faltan aquí los mecanismos secundarios que emplea Turrell para reforzar el efecto ilusorio: una superficie de proyección, la cúpula, libre de sombras que destruyan la luz, con una textura lisa, continua y regular; y un itinerario de acceso que, desde la penumbra del bosque, pasando por el pórtico de columnas, nos aísla paulatinamente de las contaminaciones de luz procedentes del exterior.

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