iluminación. El efecto es similar al de un día de niebla en el que la luz está uniformemente repartida.
A medida que el espectador avanza hacia el cuadro de luz, comienza a percibir las intersecciones entre los planos que configuran el espacio que hay tras él, y es esta lectura de la geometría la que nos informa de la realidad física construida. De nuevo, la geometría de un espacio y su iluminación entran en conflicto ante el espectador. De hecho, podemos pensar que la ilusión permanece hasta que la geometría del espacio se impone a su iluminación.
Lógicamente, a Turrell le interesa en su puesta en escena hacer desaparecer la geometría real del espacio. Por eso, estudia la dimensión del plano del cuadro, y su posición, para que el espectador no descubra la realidad hasta que no se haya acercado bastante. Afila los bordes del marco, para ocultar su espesor, para que no parezca una pared que divide dos espacios. Diseña el acceso en recodo, interponiendo un vestíbulo previo para que no interfiera la luz procedente del exterior. Oscurece el espacio en el que se sitúa el espectador. Y coloca una serie de focos a ambos lados del cuadro, unos amortiguadores de luz, que suavizan el contraste y camuflan el exceso de luz que se derrama hacia el espacio del espectador.

Figura 8: Esquema de una División del Espacio de James Turrell.
Dibujos de Alejandro Cervilla García.
Fotografías IVAM, 2004.
¿Qué tienen en común las ilusiones creadas por Turrell?
Desde siempre los arquitectos han valorado muy especialmente la danza de la luz por los espacios interiores, pues era la prueba evidente del paso del tiempo. Sin embargo, Turrell arrebata a la luz el movimiento, la convierte en materia estática, en material, y le da forma. Una forma nítida, homogénea, bien definida, estática. Con ese material construye un plano, vertical y horizontal y lo dispone frente al espectador. Y conjugado con más planos construye un espacio. Como la luz tiene la capacidad óptica de modificar nuestra percepción del espacio, el incauto espectador cae preso ante la imagen que contemplan sus ojos, ante ese espacio hecho con luz que no coincide con la realidad construida. Por comparación y por contraste de la luz, el espacio se contrae o dilata, salta, o queda indeterminado, indefinido o borroso.
Así utilizada por Turrell, la luz se convierte en medio para crear un nuevo orden espacial sobre el orden físico construido.

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