Bugnone La relación entre arte y política como... corriente. Más allá de esto, interesa destacar que esos objetos, una vez incorporados a la acción artística, se ponen a disposición del público, transformados en otra cosa. Vigo convierte un monumento de representación cívica, como es el de Mitre, en una acción que convoca a la “ciudadanía” a vivir una experiencia desacralizada de su carga histórica, y esto, en plena dictadura militar, cuyos usos de los espacios y monumentos históricos se dirigen a la búsqueda de legitimidad frente a una población desencantada. Asimismo, con el uso del semáforo y la vereda en una acción artística, Vigo separa sus funciones primordiales, en un caso, de organización, en el otro, de circulación, para contradecirlas, aún sin forzar su funcionamiento normal (el semáforo no fue modificado ni la vereda obstruida). Todo ello conduce a reflexionar sobre a la politicidad de estas acciones como prácticas emancipatorias, asociadas a un espacio público y político pluricéntrico y heterogéneo (Expósito 2001). Más allá de que el tema de las obras no sea explícitamente político, su politicidad se presenta en la posibilidad de franquear las barreras que regimentan el uso represivo del espacio público, proscrito para la expresión política y popular. Cuando contradice ese orden, al mismo tiempo está haciendo evidente esa limitación y propone un modo de actuar sobre el mundo, una posibilidad de relación entre subjetividades divergentes de las dominantes en el espacio público codificado. Los Señalamientos a partir de la intervención simbólica y material sobre el espacio público sugirieron una contra-construcción del espacio al distorsionar su uso común y cotidiano, oponiendo a las lógicas que determinan los usos y funciones del espacio público y a las reglas que condicionan la producción artística, un dislocamiento y una ampliación de los márgenes de acción y representación posibles. En este sentido, posibilitaron la operación simbólica de la resistencia que forma parte de la relación compleja entre hegemonía y emergencia de nuevas representaciones. Esta contra-significación del espacio público implicó también una referencia simbólica a lo público como popular, es decir, vinculado a la idea tanto de pueblo en general –el que usualmente no accede a las expresiones de la alta cultura elitista-, como del pueblo peronista proscripto por los sucesivos gobiernos desde 1955. Ubicando a propósito las acciones en el espacio público, haciendo uso del mismo y tomando elementos urbanos como parte del señalamiento, Vigo pone en cuestión también la propia espacialización dictatorial que se apodera de los espacios y sus elementos en una lógica anti-popular. Hace evidente, así, la contradicción dictadura/ pueblo y al mismo tiempo, la contradice. Las prácticas artísticas, al emplazarse en el espacio público, disrumpen el orden que prohíbe su utilización para la expresión libre y, al mismo tiempo, colocan un arte que contacta con las rutinas cotidianas en otro espacio, afuera de las galerías y museos (donde, si bien había un proceso de incorporación de acciones vanguardistas, esas prácticas cotidianas no tienen lugar por tratarse de un ámbito diferenciado). Este proceso de doble ruptura, debe leerse especialmente en el contexto histórico tanto del campo artístico como de lo social-político en general. En relación al primero, si bien habían tenido lugar las primeras acciones artísticas en el espacio público en 

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